CONTINENTES NO-HABITADOS: SORORIDAD

ALEKSANDRA NAWROCKA 

Una de las características de la vida religiosa es la vida en común. Decimos que nuestra vocación es una con-vocación. Estamos llamados junto con otros, otras y esta llamada se desarrolla en el ambiente de la vida comunitaria y de la misión compartida con los demás. Y sin embargo, es justo en la experiencia de esta caminar juntos donde tantas veces nos sentimos insatisfechos, fracasados, vacíos. Lo que iba a ser un paraíso terrenal se convierte en una fuente de sufrimiento. Entonces, ¿por qué seguimos insistiendo tanto en este "juntos"?

Desde sus mismos comienzos, la vida religiosa fue comunitaria. Especialmente la vida religiosa femenina. Y no creo que la razón fuera que las mujeres somos más débiles, necesitamos compañía para poder con todo. Es más común en los hombres pensar que vivir solos es una buena idea, aunque hay muchos ejemplos de las santas mujeres, las Madres del Desierto por ejemplo, que se aventuraron solas en el camino espiritual. Para mí, la razón es otra. Las mujeres tenemos una llamada especial a crear sororidad, ese vínculo potente entre nosotras.

El mundo nos enseña a competir desde pequeños. No importa el trabajo hecho sino quién fue el primero. Muchas veces las mujeres entramos en esta dinámica no sólo compitiendo sino también, con toda la pasión que nos caracteriza, poniéndonos zancadillas, devaluándonos mutuamente, pisoteando los sueños de las demás. ¿Qué seriá de la sociedad si las mujeres nos pusiéramos a colaborar? ¿A soñar juntas? ¿A apoyarnos mutuamente? ¿A cuidarnos unas a otras de tal manera que la luz de cada una pueda brillar sin que tengamos miedo que la nuestra sea diferente?

Eso es lo que pretende la vida religiosa. En una escala bien "mini" intentamos mostrar que otro estilo de relaciones entre mujeres es posible. Al menos en teoría. En la práctica de cada día... bueno, hay casos y casos. Si nos descuidamos un poco, la inmadurez que todas llevamos dentro vence las ganas de ser hermanas. Sentimos celos, miedo cuando una hermana muestra sus talentos y capacidades. Anteriormente hubo una costumbre de que, si alguna hermana por ejemplo publicaba algo, nunca lo hacía en nombre propio, para que a nadie le dé envidia. Una manera un poco drástica y que no llevaba a esforzarnos por madurar. Hoy día los talentos van saliendo ya del anonimato. Se abren nuevos caminos para la sororidad. Para mí es algo tan bello, el sentirme unida de una manera misteriosa a todas las mujeres que siguen por el camino de la vida. Me gustaría decirles a todas y a cada una lo bellas que son, lo mucho que valen, y que pueden contar conmigo en cualquier momento de la vida.

Es verdad, muchas cosas en la vida religiosa no son como deberían de ser. Durante siglos vivimos una espiritualidad bastante individualista donde lo que contaba era mi relación personal con Dios, mi personal santificación, sin importar la relación con los demás y con el mundo en general (¡y que nos sigan diciendo que los individualistas somos nosotros, las generaciones más jóvenes!). Además, en el pasado no pocas veces había costumbre de hacer a las hermanas la vida lo más difícil posible como una manera de "fortalecer la vocación", cosa que, si sigue pasando, resulta en el abandono de la vida religiosa porque hoy en día tenemos un concepto distinto de respeto hacia una misma y de qué es lo que queremos de la vida y de las relaciones. Es tiempo de redescubrir el valor de la sororidad en la vida religiosa. Somos cada vez menos y si no sabemos apoyarnos mutuamente, si no sabemos apoyar a otras mujeres, nos moriremos sin sentido. Personalmente creo que el tiempo en que vivimos es un tiempo muy favorable para la vida religiosa femenina gracias a todo el movimiento que hay en la Iglesia y en la sociedad de batalla por la igualdad y el puesto justo de la mujer. Tenemos mucho que ofrecer al mundo en este tema. Pero no sin necesarios cambios dentro del sistema. No sin vuelta a lo genuino de las religiosas: la sororidad.

 ALEKSANDRA NAWROCKA (POLACA)

RELIGIOSA POLACA EN VIETNAM, PEDAGOGA Y TEÓLOGA 

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