PROBLEMATIZAR Y CUESTIONAR LA NOCIÓN DE INCLUSIÓN

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ



Mi nombres es María Eugenia Sánchez, vivo en Santa María departamento de la Provincia de Catamarca, República argentina, en el corazón de los Valles Calchaquíes, la profesión que abrazo es la Educación Especial, hace ya más de 25 años. La mayoría de mis hermanas son docentes de los distintos niveles educativos, y como todos los docentes siempre estudiando y perfeccionándonos en nuestras áreas, así que, los diálogos muchas veces son del ámbito educativo. Nos preocupamos y nos ocupamos muchas veces, de los diferentes, los cualquieras, los desiguales. Desde pequeñas, en nuestro hogar nuestros padres, nos acercaron a la atención,  de los Otros, siempre nos enseñaron a dar la bienvenida sin importar la condición, y creo que desde ahí surge mi elección por la educación especial.

A pesar de trabajar en el área de educación especial, con un grupo de colegas nos preguntábamos el porqué llegaban a la escuela de educación especial, estudiantes con problemas de aprendizajes que no derivaban de una discapacidad sin embargo la educación común, o convencional, no podía hacerse cargo, y ahí surgió la creación de un centro de diagnostico y tratamiento del problema de aprendizaje.  Y creo que fue ahí que me convencí, que las escuelas debían ser una sola, sin distinción de lo diferente, a pesar de haber sido Directora de una Escuela de Educación Especial, y que seguro el destino, el universo, o Dios,   me permitieron, vivenciar el gran proceso que vivimos en Argentina, para la transformación   a la que adhiero incondicionalmente de la Educación Inclusiva y que hoy en día es una realidad, pero con una gran camino a transitar y atravesar.  Así que aquí les dejo algunas apreciaciones personales.

La escuela inclusiva no surge de la nada, sino que hay un largo camino previo que se ha tenido que recorrer, desde la idea de educación especial, a la de escuela de enseñanza especial, pasando por la escuela de integración, atención a personas con necesidades especiales de aprendizaje derivada de la discapacidad   llegando a la idea contemporánea de escuela inclusiva.

Sin embargo, para lograr una escuela incluyente, hemos requerido la  construcción de una sociedad incluyente, en la que todos quepamos, con nuestras diferencias y particularidades, con nuestras dotes y habilidades, con nuestros conocimientos e ignorancias. Una sociedad educativa democrática no de nombre, sino, en la práctica, que haga sentir a todos sus miembros, a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones para participar de la vida política, económica, social, cultural, con acceso a todos los servicios particularmente salud, educación y vivienda. Una sociedad que dé cabida a todos sin importar condición social, ni sexo, edad, creencias u origen étnico, y todos tengamos los mismos derechos y obligaciones, sin privilegios ante la ley y de ninguna clase; esa es una sociedad inclusiva, que brinda oportunidades para todos, sin la ideología de que ofrece las mismas oportunidades a todo el mundo o que nos hace iguales, porque, de hecho, existen diferencias, no sólo las mencionadas anteriormente, sino también de capacidades intelectuales, de intereses, de oportunidades sociales y de preparación remota, en otros términos, existen clases sociales.

Tratar el tema de la inclusión, la discapacidad, implica considerar una transformación de la sociedad excluyente para que, en la reconstrucción permanente de la libertad y la participación ciudadana, se dé la inclusión de todos los sectores de la sociedad, sin distinción de condición económica, sociocultural, étnica, de género, de posición política, o circunstancia de salud . La construcción de esta nueva sociedad conlleva la participación de todos los ciudadanos, de las autoridades gubernamentales y de las instituciones sociales, incluida la educación como institución, que puede favorecer la equidad y la justicia social hacia los excluidos no sólo del sistema educativo sino de la sociedad misma. La gran pregunta, ¿Hace falta una ley, una resolución, un decreto, un estatuto, un mandato para convivir y aceptar lo distinto? ¿Somos iguales o distintos, en nuestra condición de ser humano? Sin embargo, parece que nos hace falta que alguien o alguienes nos manden a ser buenos seres humanos, para que aceptemos, y nos aceptemos.

Es necesario realizar un análisis exhaustivo, en nuestros valores sociales, e individuales, para equiparar oportunidades, reducir las barreras, atender a la heterogeneidad y satisfacer las necesidades de todos, es un reto difícil de lograr, especialmente cuando insistimos en etiquetar, separar, distinguir o discriminar.

Existen esas  dicotomías que nos hace ser parte de este mundo, bueno, malo, cielo, infierno, nada todo, incluir excluir, normales anormales, diferentes, referentes, popular singular, hospitalidad, rechazo, todo eso y más, que nos condenará o no, ante los ojos y miradas de los demás. Evitemos ser hipócritas,  farsantes de lo que vivimos, de lo que nos exigen vivir o dejemos de vivir, seamos lo que queramos ser o vivir, lo que nos condene, o lo que nos multe. Seamos esto, seres preocupados y ocupados por los demás, quizás para apaciguar aguas tormentosas, o agitar las quietudes. Y si elegimos el cielo o infierno, que nos condenen o nos glorifiquen.

Lo que nos interpela como seres humanos, como sociedad, como parte del mundo, seguro es eso que debemos hacer, hacernos cargos de los que nos toca vivir pero también, como sociedad buscar, y visibilizar todo aquello que nos incomoda, la discapacidad, la condición de género, el color de piel, las ideas e ideologías, las familias, etc. Cuando las sociedades, crean un lugar un espacio físico para contener a lo diferente o lo que incomoda, es una sociedad anti inclusiva,  anti inclusora, porque esconde aquello que es parte de Ella. La primera Inclusión que debe existir es en LA FAMILIA, entonces desde cada uno, una, de los que formamos parte de una sociedad debe y debemos, proveerles de herramientas excelentes para contener a cada ser, que es parte de ella, para que después se desarrolle en la sociedad como parte importante, porque hubo una familia que así lo hizo, superando duelos que en muchos casos son eternos, duelo de perder esa condición que la sociedad y el mundo nos solicita, ser igual al otro, para ser aceptados. Destruyendo el miedo a lo diferente, a lo no esperado, lo que sale de lo común, a gritar lo que se calla,  a mirar de frente lo que tenemos al frente, y aceptando ante todo que ellos pueden cambiar el mundo.

Propongamos, entonces, generar multiplicidad de acciones entre las que se encuentran: formar y capacitar profesionales, dotar de recursos humanos especializados a la sociedad, sensibilizar a la comunidad y, fundamentalmente, romper con los estereotipos y las barreras que impiden al colectivo de personas con discapacidad formar parte de la comunidad educativa, bajo los conceptos de igualdad y  equidad. Repensemos el discurso inclusivo, y accionemos hacia la inclusión. 

"La igualdad nunca es un punto de llegada, nunca es la conclusión. Si la igualdad no existe como punto de partida, no existe". 

"Nadie enseña a partir de una mirada desigual, nadie aprende si es visto como desigual".

“Las diferencias nos enriquecen y el Respeto nos une”

Muchas gracias por leer. Gracias, gracias, gracias.


MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ, ARGENTINA

Prof. Educación Especial


Comentarios

  1. Excelente! Debemos ser más empáticos y respetuosos de cada ser humano. Todos somos diversos y singulares, por ello lo básico es el respeto.

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