NAVIDAD, INFANCIA Y RESISTENCIA CONTRACULTURAL

RAFAEL VILLEGAS


"Verdaderamente revolucionaria es la señal secreta de lo venidero que se revela en el gesto infantil". Walter Benjamin

Desde hace siglos, la historia del nacimiento y muerte de Jesús tal como se la presenta es una ficción muy bien lograda para justificar el ejercicio de un poder sacrificial de dominación. Al mismo tiempo, la falsificación de los hechos históricos por los escribas del poder cumplen la función de “ofrecer” a los oprimidos un mito de consolación y moneda de pago para aplacar la ira de un dios vengador por nuestras culpas. 

Pero las cosas son bien diferentes. La Navidad es la celebración de las buenas nuevas del perdón (del griego, afesis) cuyo término se traduce como liberación. Son las buenas nuevas para los que no cuentan en las cuentas del poder y malas noticias para los dominadores. Anuncio y denuncia. María su madre, dijo de aquel que iba a nacer “Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y a los ricos los envió vacios” (Luc.1:52-53).

Dicho acontecimiento se narra en un contexto político de alta conflictividad. Un decreto imperial es emitido con el fin de empadronar a la población cuyo objetivo era asfixiar aun más a los pobres mediante el cobro de impuestos (Lc.2). A su vez, el relato conocido como “la matanza de los inocentes” por parte del rey Herodes nos ilustra el trasfondo de un poder que asesina y persigue a todo aquel que amenace sus dominios. 

El mensaje no se presta a confusión alguna, Jesús nace en medio de la persecución, la opresión social y económica. Lo que nace en ese nacimiento es un proyecto de liberación, de otro orden, bajo un nuevo paradigma encarnado en la figura de la niñez como lo mesiánico. Ello representa toda una novedad dado que no se conoce que haya habido antes de Jesús algún profeta o revolucionario que tomara la imagen de la infancia como una categoría desafiante en oposición a la razón adulta y dominadora. 

El mesías salvador nace de una virgen. Dice el texto: “la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel que traducido significa Dios con nosotros” (Mt.1:23). No tiene nada de sobrenatural !!.

Se trata de una inteligente relectura en clave política -tomada del libro de Isaías- donde el evangelio de Mateo reemplaza la expresión original “Joven” por “virgen” para subrayar un acontecimiento en el que la figura patriarcal queda excluida. La gravidez de María es fruto del espíritu que todo lo revoluciona. Ese niño no será un hijo del patriarcado, sino del pueblo. 

La fuerza que estas imágenes nos transmiten, procuran contrastar lo naciente en clara oposición a un poder de muerte cuya violencia naturalizada sobredetermina las relaciones sociales y la división de clases. 

Frente a la pregunta de quién es el mayor en el reino de Dios, Jesús responde que son los niños (Mt. 18,1-2). Es evidente que el lugar que Jesús le asigna a lo infantil, tiene el valor de una categoria social y política cuya clave nos invita a pensar las relaciones de género bajo una nueva luz, en donde la exigencia de “volver a ser como niños” implica toda una revolución cultural y política, una nueva manera de pensar las relaciones afectivas y económicas. Hasta el propio Karl Marx admiraba el lugar que Jesús le otorgaba a les niños por la identificación y el contacto que con ellos tenía.

En esta dirección, fue Walter Benjamín, quien también pensó en la imagen de lo infantil como aquella que pone en peligro una irracionalidad que en el devenir adulto termina conformando una conciencia burguesa. La infancia como poder contra hegemónico, capaz de enfrentar al más cruel de los sistemas económicos y religión del culto al dinero: el capitalismo. 

La niñez como experiencia es asombro. Salir de la sombra. Es sentir, desear y mirar como un niño. Mirar lo que el capitalismo no mira; el prójimo. 

Jesús se dispone a dar la batalla cultural entre los suyos dentro de su propia base social, enfrentando -desde el paradigma de la niñez- el imaginario dominante y patriarcal de la época. De allí su tenaz oposición a que lo llamen “hijo de Dios” o “mesías” puesto que era imperioso desarmar un constructo cultural basado en el modelo sexual masculino del varón romano, violento y guerrerista que desvirtuaba la noción de lo profético y revolucionario. La niñez como símbolo e imagen del humano nuevo es muy potente dado que los niños ciertamente, son portadores de un lenguaje de gratuidad que desnuda lo adulto que adultera la vida.

Los niños juegan y se relacionan desde el valor de uso. Desde lo gratuito ellos profanan y perforan la corteza de la conciencia invertida desterrando la socialización indirecta mediada por el valor de cambio.

El gran teólogo y poeta Rubén Alvez decía “los niños, no tienen ideas religiosas, pero si tienen experiencias místicas. Experiencias místicas de no ver seres de otros mundos sino ver este mundo iluminado por la belleza” Como portadores de creatividad, ellos inauguran territorios que peligrosamente atentan contra lo instituido propio de la lógica androcéntrica, portadora de una violencia hacia los niños, las mujeres, los esclavos y las minorías sexuales. De allí que Jesús dijera a las multitudes que para construir un proyecto de liberación es necesario ser como niños, toda una clave liberadora de la esclavitud del poder de dominación, del consumo y el amor a las riquezas. 

Seamos como niños y encarnemos el espíritu de la navidad, para que podamos comenzar a construir la justicia social sobre un nuevo paradigma que abra paso hacia una movilidad social revolucionaria y no ascendente. 

Solo así, la opción por los pobres será una opción en contra y por otro tipo de riquezas y no por aquellas que se apoyan en la falsa utopía de la felicidad privada. Esa riqueza espuria que –dice Marx- en su forma burguesa se presenta como un mero cumulo de mercancías. Como bien dijera Freud: “el dinero no nos puede hacer felices porque jamás fue un deseo infantil” Socialismo o barbarie!! 

RAFAEL VILLEGAS, ARGENTINA

Psicólogo.

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