EL SÍNODO AMAZÓNICO DE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA

ALFREDO FERRO S.J.

Alfredo José Parra: Bienvenido Padre Ferro a este espacio y mil gracias por concedernos esta entrevista. Comencemos por hablar algo de la realidad amazónica actual.

Alfredo Ferro: Por el contrario, gracias a ti por esta oportunidad de dar a conocer el trabajo eclesial y social en la gran cuenca del Amazonas. Quisiera exponer brevemente algunos aspectos que tiene que ver con la realidad amazónica y empezaría esta parte por las amenazas al territorio. Aparece con relación a este punto una visión, donde se la coloca como un sitio que es objeto de un modelo extractivista neoliberal y donde la Amazonía se ve la región como fuente de recursos y de donde nacen todos los macroproyectos: gas, petróleo, oro, minerales preciosos, entre otros. Donde está toda la riqueza hídrica, pero sobre todo con la presencia de las grandes multinacionales que quieren derribar el bosque para proyectos agroindustriales de monocultivos y ganaderos. Eso afecta a los pueblos indígenas, a las etnias en sus territorios, que son las que han vivido y cuidado el bosque desde hace centurias. Son mas de 400 etnias las que viven allí y son de una gran riqueza cultural e histórica. Yo creo que teniendo en cuenta todas esas amenazas al territorio, desde el extractivismo y con ese modelo económico que es auspiciado por nuestros gobiernos, tendríamos que hablar de toda la riqueza del este territorio.

Primero la riqueza como un gran bioma biodiverso en especies animales, vegetales, microorganismos. Segundo, toda la riqueza del bosque que es un patrimonio del planeta que tiene que ver con el ciclo del agua, el equilibrio del clima, el aire, las aguas, pues no solo es la macro-cuenca del río Amazonas que tiene 7 mil kilómetros de largo, sino que es un gran territorio de más de 7 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales hay 9 países que se benefician de ese espacio; hay que tener una visión global de todo ese territorio, pues no podemos ver las partes que cada país tiene allí, sino todo el conjunto que se engloba en esa macro-región. Entenderlo como una gran unidad, con toda su riqueza, que es cultural también, con pueblos, lenguas, etnias, tradiciones y que han cuidado, luchado y protegido este bioma. Hay que tener en cuenta todo eso para poder hacer cualquier tipo de análisis. Y dentro de todo eso, tener una mirada integral del territorio, hay una presencia de la Iglesia Católica Romana (ICR), con toda una tradición misionera que hay allí, con congregaciones religiosas que ocuparon los territorios y luego las Diócesis que se fueron creando; en este momento existen muchas en Brasil, el país más grande con territorio amazónico, tiene en este momento 102 jurisdicciones eclesiásticas. Eso tiene un gran peso en cuanto a la ocupación del territorio por parte de la ICR, que es un dato histórico significativo. Luego vamos a ver la importancia que tiene la ICR a nivel Panamazónico.

A.J. Parra: ¿Cómo puedes definir tu experiencia amazónica?

A. Ferro: Cuando yo llegué a la Amazonía hace 7 años, todo era nuevo. Llegar a una gran ciudad como Manaos, de más de 2 millones de habitantes, muy caótica, producto de migraciones de muchos lugares del Brasil, de personas atraídas por la industria, la zona franca, la expansión de la frontera agrícola y la ocupación del territorio que impulsaron los gobiernos militares, la riqueza de las minas y se fueron formando estas grandes ciudades, muy poco amenas, inmensas, poco agradables para vivir y son dos: Belem y Manaos. Pero estuve un solo año en Manaos, lo que me permitió acercarme a la realidad Amazónica, en el centro mismo y corazón de la región, y conocer mejor esa realidad.

Eso fue en el Brasil, luego en Leticia, donde llegué hace 6 años junto con un compañero jesuita, Valerio Strocktor, iniciamos el proyecto que hoy llamamos Servicio Jesuita Pan-Amazónico que se llamaba Proyecto Jesuita Pan-Amazónico y creo que ha sido muy valiosa la experiencia por el contacto con sus poblaciones, con las realidades diversas de la Amazonía pues me ha tocado viajar en varios lugares cercanos a Leticia: Perú, Bolivia, Brasil, Venezuela, Guyana; eso me permitió tener una mirada mucho más amplia. Por otro lado, la experiencia de un grupo de jesuitas que nos instalamos en la capital del departamento colombiano, Leticia y también iniciamos una presencia de la Compañía de Jesús como Provincia de Colombia en ese territorio, ya que no se tenía ninguna casa allí. Es una triple frontera (trifinio), Perú, Brasil y Colombia, lo que permite tener una mirada mucho más amplia del territorio y de todas las relaciones existentes entre los países. Ha sido una experiencia de aprendizaje, de acercamiento a las comunidades, de conocer más a fondo el mundo indígena y toda su riqueza. Al mismo tiempo, todas las fragilidades, sobre todo de la Iglesia local, que realmente deja mucho que desear, especialmente en una respuesta pastoral ante esa realidad, que no existe. Eso es muy frustrante, en medio de la riqueza, de la variedad, de todo lo que tiene esa ciudad, a orillas del río Amazonas, siempre sorprende, y que tiene una importancia significativa en nuestros límites estratégico-geográficos y en toda la parte de la comunicación fluvial.

A.J. Parra: ¿Qué es la red Eclesial Pan-amazónica?

A. Ferro: Esta Red nace casi simultáneamente con el Servicio Jesuita PanAmazónico, que está cobijado bajo la Conferencia de Provinciales de América Latina. No es proyecto de una sola provincia, es de todas las provincias a partir del gran proyecto de la CEPAL que priorizó tres regiones: Cuba, Haití y la Amazonía. Luego surge, después de muchas consultas y reuniones, la REPAM: Red Eclesial Pan-Amazónica, que se ha ido configurando a partir de varios ejes que se trabajan como: Derechos Humanos, Justicia Socio-ambiental, Pueblos indígenas, Formación de estudiantes, Métodos pastorales, Fronteras (que coordiné durante varios años y donde se trataba de articular procesos fronterizos eclesiales), Comunicaciones y una Red internacional de apoyo a todo ese trabajo En la Red están los 9 países, con un presidente y un vicepresidente. El presidente en este momento es Pedro Barreto, un Cardenal Católico Jesuita que reemplaza a Monseñor Hummes, cuando se crea la CEAMA (Comisión Eclesial para la Amazonía). Toda la Red nace con el apoyo de cuatro órganos eclesiales católicos: Cáritas, Comisión Amazónica de la CNBB (Conferencia nacional de Obispos Brasileños), la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos) y el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). Estos son los apoyos de la Red, que tiene una Secretaría Ejecutiva donde está Mauricio López, laico mexicano que ha hecho un gran trabajo de gestión, animación y ejecución de todo este proceso como Red. La red ha ido creciendo poco a poco, en sus proyectos y propuestas, y se ha ido fortaleciendo con la preparación del Sínodo Amazónico, pues se organizaron muchas asambleas, foros, encuentros y espacios de reflexión en torno a la preparación del Sínodo Amazónico. Es una Red no solo para los países amazónicos, sino que existe al interior de cada país, aquí existe la Repam-Colombia con los obispos, religiosos, laicos-as que trabajan en la Amazonía y en cada uno de los países se ha ido configurando como Red nacional Es decir, hay una vinculación entre las redes nacionales, los ejes temáticos y todo el proceso general. Ya tiene una imagen positiva al interior de las Iglesias católicas nacionales y de los distintos países, y cuenta con el apoyo del Papa Francisco de Roma y de la Iglesia universal como un todo.

A.J. Parra: En todo este contexto, ¿qué importancia ha tenido la Encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco?

A. Ferro: Creo que ha marcado no solo a la Red Eclesial Pan-amazónica sino a toda la Iglesia, en todo lo que tiene que ver con su apuesta a la parte socio-ambiental y ecológica y sobre todo el llamado al compromiso que se debería tener con el planeta como Casa Común. Esta Encíclica ha sido importante en la preparación de Sínodo por las claves fundamentales que muestran la necesidad de una vocación ecológica, de una espiritualidad medio ambiental y de un planteamiento nuevo que hace una crítica muy fuerte al antropocentrismo y la nueva necesidad del biocentrismo en la defensa de la vida. Ha sido muy bien recibida, más fuera de la Iglesia católica que al interior y que proporciona elementos fundamentales para construir una pastoral acorde a toda la catástrofe ambiental que vivimos.

A.J. Parra: ¿Cómo fue el proceso de construcción del Sínodo Pan-Amazónico y qué participación tuvieron los pueblos indígenas en el mismo?

A. Ferro: El Sínodo fue una idea que surgió no solo del proceso de la Re-Pam, sino que hace parte del Magisterio de la Iglesia y del desarrollo mismo de lo que significa la misión y la evangelización misma. Es la primera vez que se hace un Sínodo temático-territorial, la Amazonía era el centro de la reflexión y por lo mismo quienes estaban invitados éramos 260 personas, Aparte de los “Padres sinodales”, un grupo de científicos, había un grupo de representantes de los pueblos indígenas, comunidades religiosas y algunas instituciones. Fue una experiencia muy valiosa y tuvo todo un proceso de preparación con el documento llamado “Instrumentum Laboris”, un documento previo que presentaba toda la problemática que presenta la Amazonía y al mismo tiempo los desafíos que tiene esa macro-región desde la Iglesia Católica Romana. Ese documento previo fue estudiado, analizado en todas las asambleas, todos los encuentros y produjo un documento importante que fue la base para la preparación del Sínodo mismo y que fue la base para la discusión y debate de todos los temas de fondo del encuentro. Hubo tres documentos: El “Instrumentum Laboris”, la línea de base y el documento final que salió como producto de las tres semanas de reunión del Sínodo en Roma, octubre del 2019.

A. J. Parra: El documento final plantea cinco grandes conversiones, ¿cuáles son?

A. Ferro: Lo primero es que el Sínodo significó plantear una serie de preguntas fundamentales, que revuelven todo lo anterior, y el documento final plantea esas cinco grandes conversiones. La primera es la conversión “integral”, una ecológica, otra social, otra cultural y una conversión sinodal. La palabra “Sínodo”, a propósito, significa caminar juntos. El título del Sínodo Amazónico quedó: “Nuevos caminos para una Ecología integral”. Nuevos caminos significa, por ejemplo, como se plantea hoy, unas nuevas realidades, evangelización, la inculturación, el respeto a las culturas y a la naturaleza como “Casa Común”. Y por eso todo el tema de las conversiones y transformaciones que se deben realizar, no solo en relación a sus territorios, a las culturas presentes allí, sino en la Iglesia Católica allí, una nueva manera de ser Iglesia, de presencia no de visitas, con retos, con nuevas misiones con una nueva visión de la evangelización. Por eso los pueblos indígenas son muy importantes, fueron invitados alrededor de 40 representantes de toda Suramérica, pero especialmente del área del Amazonas y tuvieron una participación muy importante, significativa, que se convirtió en una palabra autorizada, una palabra desde la realidad, desde los desafíos desde la problemática que ellos viven, desde un horizonte de esperanza. Fue fundamental su presencia, pero sobre todo muy significativa. Tanto que uno de los ejes de la Re-Pam es sobre los Pueblos indígenas, de donde salieron no solo propuestas sino miradas que es algo fundamental. Y dentro del Sínodo fue saliendo una palabra: “escuchar”; hay que escuchar a los pueblos y a partir de ellos ver sus realidades. Además, no solo escuchar a los pueblos indígenas, a los pueblos afro, campesinos, colonos, toda la diversidad de gente que hay en la Amazonía, las personas de las grandes ciudades de la región, es una población muy grande, pues el 30% de todos los habitantes de esa macroregión está en las ciudades de los diferentes países.

A. J. Parra: ¿Qué es evangelizar hoy en este contexto amazónico, suramericano y mundial?

A. Ferro: Es un elemento y una palabra bien importante que tiene muchos significados. El Sínodo aportó una mirada crítica de lo que han sido los procesos de evangelización históricamente y dentro de los análisis que se pueden hacer existe una conciencia posible, que es diferente a lo que fue la evangelización de los primeros misioneros que llegaron a la Amazonía. Pero eso no significa que podamos hacer algunas críticas a lo que fue esa primera evangelización como imposición de la cultura occidental donde muchas veces se prohibió hablar las lenguas de las comunidades nativas, se consideraban los ritos y celebraciones de los pueblos como demoníacos, se prohibieron muchas prácticas, se impuso una educación contraria a la cosmovisión de estos pueblos. El proyecto evangelizador, estaba unido a los pueblos colonizadores, en ese sentido que junto con la Cruz, venía la espada y esa estrecha relación entre el poder eclesial y el poder civil, creo que produjo muchas dificultades y mostró las contradicciones que había al interior de esos proyectos colonizadores. Y, sobre todo, que no tenían nada que ver con la propuesta evangélica.

Hay un cuestionamiento muy fuerte hoy, que insiste en que no se puede seguir imponiendo contenidos o llevando mensajes, es necesario una actitud de respeto y de diálogo intercultural, una actitud de encuentro, especialmente en medio de estas realidades tan diferentes que hay que valorar y en medio de todo eso podemos hablar de lo que podamos llamar una evangelización en condiciones muy diferentes, con re-conocimiento de sus ritos, sus tradiciones, sus lenguas, sus prácticas y en ese sentido el Sínodo plantea novedades y desafíos para una Iglesia inculturada (encarnada) y con respeto hacia lo diferente que está representado en esas culturas.

A.J. Parra: El año pasado (2020) murió en la región de la Amazonia Dom Pedro Casaldáliga, Obispo de Sao Félix do Araguaia, ¿qué recuerdos tiene de él?

A. Ferro: Fue y es un figura muy importante no solo en la Amazonía, sino en Brasil, donde fue un gran profeta, poeta y comprometido con las causas de los pueblos campesinos e indígenas.

Era de la comunidad Claretiana (Congregación hijos del Corazón de María), llegó muy joven como sacerdote al Matto Grosso y vivió allí más de 90 años, hasta su muerte. Nos marcó a muchos de nosotros, a la Iglesia Brasilera, a los Obispos de Brasil; fue representante de un grupo de Obispos progresistas que entendieron que era importante enfrentarse a la Dictadura militar, el régimen de la época y que era importante denunciar los abusos de los grandes terratenientes de la región donde vivió, lo que le produjo persecuciones y varios atentados durante su vida. Fue un hombre muy espiritual, un hombre que nos inspiró a muchos de nosotros con su poesía, con su música. Creó junto con Pedro Tierra y Milton Nascimento la “Misa da terra sem males” y la “Misa de los Quilombos” (pueblos negros) y fue un hombre muy querido por el pueblo, pero odiado por los militares, el sistema, y lo quisieron callar primero y luego expulsarlo del Brasil pues era catalán, pero no lo lograron. Yo creo que es una figura muy importante para nosotros los jesuitas, el grupo de colombianos que estuvimos con él, conviviendo durante varios meses en la región de Sao Félix de Araguaia, compartiendo su austeridad, su pobreza, su profetismo, su sencillez, su compromiso.

Tanto que cuando lo hicieron Obispo, no quiso usar mitra, ni báculo, ni anillo episcopal, sino un anillo de Tucú, que es un corozo que lo trabajan de una palmera y como báculo escogió un bastón de mando de la etnia de los Tapirapés y un sombrero de paja, esos fueron sus símbolos para diferenciarse de una iglesia pomposa, llena de jerarquías y de lujos. Ciertamente que nos dolió mucho su muerte, pero era un hombre que ya estaba postrado con enfermedad de Alzheimer y un Párkinson. Nos ha dejado un gran legado para toda la Iglesia en América Latina y en el mundo.

A.J. Parra: Por último, temores y esperanzas sobre la Amazonía en estos momentos tan críticos para la región y para el planeta.

A. Ferro: Regresando a lo que fue mi experiencia personal, hay mucho que agradecer a Dios, primero que todo, a la Compañía de Jesús por tanta gente con la que compartí durante los años que he vivido en la región de la Amazonía. Gente maravillosa, empezando por los indígenas, me uno a los sueños y las expectativas de todos esos pueblos que están y quieren permanecer en sus territorios. Hay una gran amenaza en estos momentos y es la pandemia del Covid-19, que ha afectado a las comunidades indígenas, donde son muchos los muertos y eso aumenta el dolor que ellos viven. Me quiero solidarizar con todos los pueblos que luchan por mejor calidad de vida, que luchan contra la ocupación de sus territorios, contra todo lo que afecta la vida, el agua, los bosques, los animales que son su nicho ecológico de vida y esperanza. En ese sentido hay un gran temor y es que estos gobiernos insensibles que no entienden la cosmovisión y la riqueza cultural de los pueblos indígenas, como el presidente Bolsonaro de Brasil, que sostiene que los indígenas sobran y que necesita sus territorios. Por otro lado, no hay políticas reales para valorar lo que ellos son, que los lleven al “buen vivir” según ellos mismos (etnodesarrollo) y están todas las amenazas de Occidente con la entrada de la tecnología, también con la presencia de multinacionales con grandes proyectos socio-económicos y que ojalá ellos puedan seguir resistiendo a través de sus organizaciones, de sus cabildos, de sus asociaciones que ellos tienen y que se pueden fortalecer políticamente en la defensa de sus mismos territorios. Me parece que cuando en general, cuando hay consciencia de lo que significa la Amazonía, se presentan muchos temores de lo que pueda pasar, pero al mismo tiempo hay muchas esperanzas por una conciencia que crece en el sentido de la importancia estratégica que tiene este territorio y la defensa misma de ese territorio en muchas personas que, sin vivir en esta macro-región, saben, reconocen y luchan por proteger este territorio. Por otro lado, creo que pueden existir temores por parte de la Iglesia Católica Romana (ICR) desde el interior de no responder con suficiente claridad, compromiso, definición. Hay algunas jurisdicciones eclesiásticas que no han sido tocadas por el Sínodo, no se han interesado en las propuestas que surgieron allí, son pocas, muchas de ellas con sus obispos que participaron han sacudido las estructuras actuales y en ese sentido tenemos esperanza de que se fortalezcan las redes: las Re-Pam, la CEAMA, la nueva Conferencia Eclesial de la Amazonía con un papel muy importante por todas la propuestas que surgen del Sínodo puedan ser recogidas por todas esas instancias y por las conferencias episcopales nacionales y todas las jurisdicciones eclesiásticas que están en la Amazonía y que a partir de esas inquietudes, desafíos, preocupaciones, realmente vayamos construyendo lo que se ha llamado: la Conversión de la ICR, como de la sociedad a la macroregión amazónica y todo el significado que ella tiene.

Autor: A. J. Parra (2022). ECO-VOCES, SOS Planeta Azul.

Selección de entrevistas del programa Radial, SOS Planeta Azul (2010-2017).

Editado por Merlín SAS, editores, Cali Colombia. Julio del 2022.

Apoyan: Imca, Demaderas LTDA, Colegio José María Cabal, Buga. Colectivo Ecosocialista de Colombia. Maela-Argentina, Terre Solidaire, Proy. TACSA, CCFD, SIDI, AFD. Emisora Voces de Occidente, Buga Colombia.

ALFREDO FERRO S.J., COLOMBIA

SECRETARIO GENERAL DE LA CONFERENCIA ECLESIAL DE LA AMAZONÍA

Comentarios