DIEGO RAMOS
Lo primero que debemos entender es que el colonialismo sigue vigente. Si bien fue cambiando de fisonomías, la esencia de su matriz se mantiene inalterable: el paradigma “de conquista” no se detuvo a lo largo de la historia, la voluntad de conquista es insaciable, es por ello que este paradigma tiene como arquetipos referenciales a Alejandro Magno; Hernán Cortés y Napoleón Bonaparte, conquistadores que no conocían ni aceptaban límites e impusieron conceptualmente de manera negativa que el poder es dominación. Lo segundo a comprender es que la historia no es lineal; la idea de que la historia tiene un sentido, una sola dirección hoy está en disputa.
Saqueo económico y cultural, etnocidio, transculturación y memoricidio fue el mapa trazado por los conquistadores, el filósofo argentino José Pablo Feinmann solía decir que “Colón descubrió América para el capitalismo”.América Latina ha sido sometida al pillaje más despiadado, soportando despojo y destrucción creciente de la mayor parte de sus recursos naturales. Durante la funesta época de conquista, una minoría de soldados famélicos exterminó casi totalmente a una población de setenta a cien millones de indios. A miles y miles de mujeres violaron o asesinaron arrojándoles perros para que las despedazarán.
La labor de la evangelización e hispanización, más una cruzada que una conquista, se vio reflejado en el Concilio de Lima de 1583, que ordenó la destrucción de la memoria escrita de los incas, se decía que los indios eran “bárbaros y poco accesibles a la razón, y que por esto necesitan más que otros la corrección corporal”.
Un estudio realizado por el Servicio Huellas Digitales Genéticas de la Universidad de Bs.As. determinó que el 56 por ciento de la población argentina tiene genes indígenas, de los cuales el 10 por ciento son “amerindios puros”. Por lo tanto, ni todos los argentinos bajaron de los barcos, ni somos tan europeos como algunos repiten. En este joven Siglo XXI, a los casi 40 años de democracia ininterrumpida, la historia necesita resinificarse, proyectarse y ser asumida. Cada 12 de octubre en nuestro país y a partir del decreto N° 1584 que modificó la denominación “día de la raza” por “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, había dejado abierto el desafío de superar el mero calendario y pasar a proponer un Estado pluricultural y plurinacional frente al Estado jurídico monocultural anclado en el puerto de Buenos Aires, un Estado inequitativo y desigual frente a las demás provincias, que era considerada inviables e incapaces por el centralismo porteño, reproduciendo la matriz colonial.
Este gran desafío hoy es agenda política del Norte Grande que encabeza el gobernador de la provincia de Santiago del Estero Dr. Gerardo Zamora, porque también se trata de la descolonización de la política, de aquella hegemonía puertearía dominante que ha narrado y sostenido políticamente un Estado Jurídico monocultural, descartando al resto de las demás culturas, reduciendo para ellas las posibilidades de crecimiento y desarrollo.
Necesitamos seguir consolidando un Norte Grande plural, no es la única expresión, pero es una respuesta válida que enfrenta una matriz de Siglos y en la que debemos estar involucrados todas/os con una conciencia de democracia ecológica-social-planetaria. En sociedades como las nuestras, pensar el Estado pluricultural, hacerlo y transformarlo es un factor impostergable para proponer cambios reales y efectivos. Vaclav Havel, ex presidente de la Republica Checa expresaba: “la tarea política central en los próximo años será la creación de un nuevo modelo de la coexistencia entre las distintas culturas, pueblos, etnias, religiones, formando una única civilización interconectada”.
Diego Ramos. argentina
Licenciado en Ciencias Políticas
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