El grito de los pobres, grito por la vida
“El grito de los pobres, grito por la vida” es uno de los “signos de los tiempos” en América Latina y en todo el mundo. Es el grito de millones de migrantes y refugiados. Las son tan antiguas como la humanidad. Grandes masas de población se han desplazado por situaciones económicas de pobreza, por pandemias o por guerras.
Panorámica mundial
Después de la Segunda Guerra Mundial, de Europa migraron varios millones de personas hacia Estados Unidos y América Latina, por causas económicas y política en sus países de origen. En la década de los 50s y primera mitad de los 60s América Latina seguía recibiendo inmigrantes de todo el mundo.
A partir de la década de los 80s se genera en
este continente un fuerte flujo migratorio hacia Estados Unidos debido a “las
desigualdades excesivas entre clases sociales” (Medellín, 2.I.3). América
Latina es el continente con la mayor desigualdad social del planeta, sobre todo
en el campo. Hoy más de 64 millones de inmigrantes latinoamericanos instalados
en todo el territorio estadounidense. Al fenómeno migratorio de carácter
económico se sumó la salida de refugiados a causa de las dictaduras militares
que hubo en casi toda América Latina.
En las últimas décadas
el panorama migratorio ha aumentado a nivel global. Hoy en día hay más de 240 millones de migrantes, de los cuales
más de 70 millones son personas
desplazadas internas que se han visto forzadas a abandonar su hogar por
conflictos armados, violencia, desastres naturales o por hambre (Amnistía
Internacional). Los países con más desplazado internos son Siria, Colombia,
República Democrática del Congo y Afganistán.
De los 240 millones de
migrantes, más 26 millones son personas
refugiadas, que huyen de la persecución y la muerte. Hoy día, África es el
continente con mayor número de desplazados forzosos. La mayoría de migrantes de
África se dirige hacia Europa, a través de España e Italia. Otro país que
alberga migrantes provenientes de todos los rincones del mundo es Australia,
sobre todo de Europa, países asiáticos, Sudáfrica y en menor cuantía de América
Latina.
Las migraciones de
Oriente Medio apuntan, asimismo, hacia Europa. Unos emigran huyendo del hambre
y de las consecuencias de la intervenciones militares o de la violencia de los
grupos yihadistas. Otros son refugiados son palestinos que huyen de la
represión israelí; son más de 6 millones de palestinos repartidos por todo el
mundo (ACNUR).
Otro pueblo refugiado es
el saharaui; huye de la represión del reino de Marruecos, asentándose en el
desierto al suroeste de Argelia, siendo alrededor de 200 mil refugiados,
malviviendo en condiciones inhumanas.
Mención especial merece
la situación de la zona de los Grandes Lagos, en el corazón de África. Es un
escenario de luchas tribales y de guerras que responden a intereses económicos
de las multinacionales del Norte. El objetivo de los grupos armados que operan
en la zona es el control de los grandes yacimientos minerales, sobre todo de coltán,
que posee la República Democrática del Congo en la región nororiental de Kivu
en el límite con Ruanda y Uganda.
Otra de las crisis de refugiados más olvidadas del mundo es la de los rohingyas. Ochocientas mil personas pertenecientes a esta etnia musulmana se han visto obligadas a huir de su país de origen, Myanmar, y viven en condiciones inhumanas en los campamentos de refugiados de Bangladesh, el país vecino y uno de los más pobres del planeta.
Política de Europa y de Estados Unidos ante los migrantes y refugiados
Los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea miran a los inmigrantes como invasores y como un peligro. Estos países, que son los más ricos del mundo, cierran sus puertas a los refugiados y migrantes latinoamericanos, africanos y árabes que tratan de buscar un lugar seguro para vivir con dignidad y en paz. Este comportamiento de los países ricos del Norte global responde a una tendencia de proteger su status de vida, no solo en lo económico sino también social, cultural y religioso. No reconocen que la inmigración ha sido y es fuente de riqueza para los países receptores. Los inmigrantes realizan los trabajos más duros que los norteamericanos y europeos no quieren hacer, sobre todo en agricultura y servicios.
Los países de la Unión Europea
han abiertos sus puertas a los refugiados ucranianos, pero las cierran a los
refugiados africanos. Los primeros son rubios y de ojos azules, los segundos
son morenos o negros. Hace décadas Europa presumía de ser un santuario para
toda clase de refugiados políticos. Pero la situación ha cambiado radicalmente.
Ahora prima el racismo. Ha construido grandes vallas en las ciudades españolas
de Ceuta y Melilla ubicadas en el norte de África y. con el proyecto FRONTEX,
ha entregado grandes sumas de dinero a los gobiernos del norte de África para
que impidan el paso de migrantes.
Miles de migrantes africanos y de Siria y Afganistán, huyendo de la violencia y del hambre, se lanzan al mar en rústicas barcas con la esperanza de llegar a Europa (España, Italia y Grecia). Hasta la fecha, desde el año 2000 han muerto más de 43.000 personas ahogadas en el mar. Los que logran entrar son encerrados en campos de concentración (CIES), prisiones para personas que no han cometido ningún delito. Su delito es no tener papeles, son “ilegales”. La Europa solidaria y defensora de los Derechos Humanos ha claudicado. Se le ha ahogado la humanidad en el Mediterráneo.
Asimismo, Estados Unidos tiene una política discriminatoria y represiva hacia lo inmigrantes latinos y haitianos. Estados Unidos construye muros cada vez más altos para defenderse de los pobres. No solo les impide el paso sino que a los que logran pasar y son “cazados” como si fueran delincuentes y los interna en lugares inhóspitos, incluso separando a los menores de sus padres, cometen abusos físicos y psicológicos, falta atención médica inadecuada, hay conductas racistas y falta de acceso a asistencia legal Más aún, la patrulla fronteriza dispara contra los que intentan cruzar el muro. Hay casos comprobados de asesinatos de migrantes e incluso menores de edad.
Estados Unidos y Europa son los paladines del libre mercado, la libre movilidad de capitales, de flujos financieros y de mercancías, pero prohíbe la movilidad de seres humanos. Vale más el dinero que las personas. Choca estas políticas con el mensaje del Evangelio (Mt 25, 31-43).
Desde Lampedusa hasta Ceuta y Melilla para los africanos, Turquía y Grecia para los refugiados y migrantes de Oriente Medio y el muro en la frontera México-USA para los latinoamericanos, son tragedias de dolor y muerte, vergüenza de la humanidad, en palabras del papa Francisco.
Retos
¿Qué retos nos plantea a los cristianos la realidad de los movimientos migratorios? Doy algunas pistas que pueden ser punto de arranque para un diálogo abierto.
*Esta realidad está
exigiendo a gritos un cambio global profundo a nivel social, económico,
cultural y ambiental, como señala el papa Francisco en la Evangelii Gaudium y en la Laudato
Si.
*Analizar y abordar las
causas para detener el flujo migratorio: que las corporaciones del Norte dejen
de saquear los recursos del Sur. Para ello es necesario fortalecer la resistencia frente a la presencia de las
multinacionales (minería, hidroeléctricas, agricultura…), exigiendo que
respeten el artículo 169 de la OIT.
*Fortalecer, inspirados
en la espiritualidad de Óscar Romero,
la denuncia profética del sistema
global de libre mercado que agudiza cada vez más la brecha entre países
enriquecidos y países empobrecidos.
*Denunciar con
vehemencia las políticas de Estados Unidos y de la Unión Europea hacia los
migrantes y refugiados. Toda denuncia debe ir acompañada de propuestas de
carácter humanista, ético, social y político.
*Denunciar el racismo,
la xenofobia, la aporofobia y la “violencia institucionalizada” (Medellín), que
es causa de pérdida de valores, de espiral de violencia y de desplazamientos
forzosos.
*Exigir a los gobiernos
del Sur que abandonen la compra de armas, a fin de acabar con las guerras, la
represión y la erradicación de las violaciones a los derechos humanos. Es la
boca de los hambrientos y no la de los cañones la que hay que alimentar.
*Fomentar, en todos los
niveles sociales (iglesias, organizaciones sociales, culturales, grupos
políticos, ONGs…) la cultura de paz y
el diálogo como medio de resolución
de conflictos y buscar espacios de encuentro y diálogo intercultural e
interreligioso.
*Impulsar políticas de
desarrollo sostenible e integral, que devuelva la dignidad a las personas y al
medio ambiente.
*Que se abran vías de acceso legal y seguro
para los refugiados, que les permitan ejercer su derecho al asilo de manera
digna y sin tener que arriesgar sus vidas en el camino. Y garantizar la
posibilidad de pedir asilo en embajadas y consulados en los países de origen.
*Poner en el centro de
la vida social a la persona, no a los intereses económicos o políticos. Jesús
colocó al ser humano en el centro, por encima de leyes, normas, ritos e
intereses económicos. Los derechos humanos son derechos divinos.
*Desarrollar la
conciencia de ciudadanía universal, internacionalista, más allá de los
nacionalismos egoístas y fundamentalistas.
*Fortalecer los
movimientos sociales que luchan por revertir la globalización neoliberal por la
globalización de la justicia, la solidaridad y el cuidado de la Madre Tierra.
*Abrazar, proteger, promover e integrar a los migrantes, refugiados y víctimas de la trata de personas (Papa Francisco).
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*Fernando Bermúdez, Teólogo, Miembro de Sicsal Europa y coordinador de la Comision de migrantes de la Alianza Global Convida20
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