COMPASIÓN CON PASIÓN - VOLUNTARIOS CON UCRANIA

ELA STRACH


Aquella tarde del 26 de marzo una amiga abulense me reenviaba un mensaje de información sobre la llegada de un grupo de refugiados ucranianos el día siguiente… Unas líneas, a modo de convocatoria a todas las personas voluntarias de la zona, dispuestas a ser parte del proyecto liderado por una tal Rocío del Monte. Sin conocerla, ni tampoco el misterioso nombre de la localización del punto de emergencia al que se refería esa señora que se expresaba con mucho carisma, con pasión por ayudar, por echar una mano a quien esté necesitado de ello.

Sin pensarlo mucho, e informando a las hermanas de la comunidad, igual que a los superiores, de esta necesidad urgente que me sentía capaz de aportar un granito… entré en el grupo de WhatsApp creado para comunicarse con los dispuestos a servir.

Como aseguraban que la noche del mismo domingo iba a haber gente para atender a los recién llegados, me ofrecí para unirme al día siguiente…

Desde el primer momento, por un lado, intentando recordar los nombres de los demás voluntarios del turno, toda la información que nos transmitía Rocío – que se presentó como enlace de la organización World Central Kitchen en Ávila – y aprender cómo llevar el servicio que se nos encargaba. Todo muy intenso, a la vez que abrumador, ya que ni conocíamos el idioma, ni sabíamos de dónde exactamente venían y qué podían necesitar…

Recuerdo bien la primera impresión: sus cuerpos cansados, sus miradas tristes, la aparente apatía y miedo. La experiencia tocó mi corazón. Igualmente, los compañeros se veían afectados. Y así seguimos, día tras día, durante un mes largo de la estancia de las personas que pasaron tiempo en este “dispositivo” a las afueras de la ciudad. Algunos voluntarios fuimos con más frecuencia, otros tal vez solamente pudieron estar una vez. Con la rotación de la gente dispuesta a echar una mano en el comedor, siempre estaba alguno de los más veteranos para coordinar la faena.

Algunos voluntarios trataron entablar diálogos, comentando sobre la comida o preguntando por cómo se encontraban. A veces se nos escapaba un “vamos a ver qué podemos hacer”, cuando nuestros recién amigos ucranianos expresaban alguna necesidad. Eso, aunque tuvieran a los trabajadores de otra ONG allí mismo encargados de gestionar todas sus necesidades.

Me puse a escuchar lo que intentaban transmitir: en ruso o ucraniano, o – algunos – en inglés. Trataba de rescatar de mi memoria palabras sueltas en ruso para hacerles sentirse acogidos, comprendidos, queridos. Algunos intentaron hacer valer su conocimiento de inglés… He podido experimentar cómo el ingenio humano y la capacidad creativa actúan cuando vemos al otro como hermano, como igual a mí y necesitado. Como si fuera yo…

No te imaginas cómo, sin saber el idioma o tener mucha formación para atender a las personas en situación de trauma, el servicio de “voluntariado del comedor” o “de la ONG de José Andrés” no fue un mero trabajo o un frío “entregar la comida a la mesa”.

El servicio fue evolucionando; con la experiencia, con las observaciones y los diálogos con los mismos interesados… Para darles más participación, para hacerles sentir más protagonistas de su propia historia, y también viendo su progresiva adaptación al lugar. Algunos pasaron pocos días en Naturávila, y fueron derivados a otros centros o localizaciones. La cantidad sin comparar más pequeña que en las realidades de mi propio país, Polonia, donde miles de ucranianos llegaban huyendo del infierno de una guerra que estallaba detrás de la frontera.

Con unos hemos podido continuar la relación, por fragmentaria que pueda ser, con otros, no. Algunos acabaron acogidos bajo nuestros techos al verse presionados por la ONG que gestionaba la organización y atención a la totalidad de sus necesidades. Como en cualquier lugar, ese no se libró del juego poco limpio y de presiones de poder, desatendiendo en ocasiones el bien del refugiado.

Recordando ahora aquellos días de entrega gratuita y enormemente grata, de un servir y compartirlo todo… brotan los sentimientos, pensamientos, deseos.

El primer deseo: que se acaben las guerras. No hay razón para que esa barbarie continúe en el rincón que sea del mundo. Que las sonrisas que aparecían en sus rostros por algunos momentos compartidos (ya no solo en el comedor, sino también de paseo por la ciudad, etc.) puedan lucir todos los días con el corazón tranquilo y la mente tranquila porque la paz reina en su tierra. Que podamos seguir construyendo la paz y la amistad entre nosotros.

El primer sentimiento: agradecimiento.

A cada uno de los que con el corazón en la mano se han dispuesto a ayudar. Aunque hubo también gente que se creía salvador de la humanidad, pero desde un paternalismo brutal. A la que le interesaba sacarse una foto con un refugiado más que reconocer sus necesidades y responder a ellas. Pero, gracias a Dios, era un porcentaje tan mínimo… La gran mayoría eran personas que desde la sencillez de “aquí estoy” realmente se disponían para lo que hiciese falta.

A Dios y a la vida. Por el regalo de amistad: con los voluntarios que íbamos a servir al comedor, con los trabajadores del centro que albergaba a los refugiados, con nuestros hermanos ucranianos y sus familias. Por experimentar la fraternidad y la cercanía en ese rato de poner los platos en la mesa, limpiar las migas… o de compartir un café en mi casa acompañado del bizcochito preparado por nuestros amigos a partir de los productos que les ofrecían para desayunar. No sabéis lo rica que estaba la “pascua” hecha de madalenas, cacao y yogur de fresa. El ingenio y el agradecimiento se han juntado para crear ese postre típico de su Pascua.

El primer pensamiento: aunque nada ha sido “perfecto”, todo ha servido para crecer. En cariño, en paciencia, en sabiduría, en amistad, en conciencia de ser uno y también de los intereses ocultos que desvirtúan las ayudas que pueda haber. Hasta en el conocimiento de la cultura en su diversidad, de la mentalidad, y del idioma ucraniano.

Las experiencias gratas y las que no lo fueron tanto, quedan como un tesoro en la memoria, como perlas preciosas. Las amistades, una mayor sensibilidad, cercanía y solidaridad frente a la realidad de la guerra que los medios de comunicación ya dejan de visibilizar. Las horas de escucha, por WhatsApp o en vivo y directo, sentados en un banco oírlos compartir su preocupación por los maridos y padres de familia que quedaron en Ucrania. Los sentimientos encontrados cuando veíamos a algunos marcharse de vuelta a su país aún en medio de la incertidumbre por su futuro allá. Los regalitos minúsculos intercambiados. Los gozos y las penas, las lágrimas y las sonrisas.

Todo grabado en el corazón a fuerza de fuego de la pasión. Una pasión curiosa, que empezó en una llamita deseosa por calentar los corazones y ser útil en una situación cruda de nuestros hermanos desprotegidos, sufrientes, asustados. Una pasión que sigue abrasando y abrazando, que sigue dando fuerzas para acompañar, aunque ya de una manera más indirecta, a estas personas, dando apoyo fraterno, silencioso o pronunciado, interesándose y dejando libertad.

* Ela Strach, religiosa polaca en España. 

Lic. en Derecho, Teóloga y Pedagoga

Comentarios

  1. Gracias hermana Ela por su testimonio...experimentar la fraternidad y la cercanía.. se ve que es muy cariñosa.. bendiciones

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  2. usted se comunico desde el amor... se ve que es muy tierna gracias por compartir

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  3. Que magnifica experiencia hna Ela!!Dios es creativo a la hora de atraernos,usted escribió "aunque nada ha sido perfecto,todo a servido para crecer"Dios se vale de todo..
    Que sentimiento bonito experimentó:gratitud!!Gracias a Dios por los rostros cansados que conoció,los amigos que ganó..Somos responsables por lo que cautivamos.
    Como dice usted todo grabado en el ❤a fuerza de fuego la pasion,intensa la experiencia!!aunque me recuerdo a san Alberto hurtado "Un fuego que enciende otros fuegos"...

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    1. Así es, querida Karen. Ojalá seamos fuego y con Cristo, como él lo desea, hagamos que el mundo arda con su amor. Abrazos y bendiciones.

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  4. Gracias querida Ela por compartir tu pasión... ESTAR, ACOMPAÑAR, ESCUCHAR, AMAR

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