*José
Un día decidimos encontrarnos para
charlar; lo hicimos en torno al obelisco, en
Buenos Aires. La charla comenzó a las 20 y
terminó a las 24. Escuché el relato de
Felipe, que era una persona que había
luchado casi 40 años por ser varón, cuando
en realidad, siempre se sintió mujer. Ahora
había decidido dar un paso valiente y
auténtico. Esto fue para mí perder a mi
hermano y dar la bienvenida a una
hermana: Alma. Le manifesté que siempre
iba a contar conmigo. Y así sucedió hasta
ahora.
El acompañamiento consistió
principalmente en incrementar los tiempos
de encuentro, invitarla unos días a la playa,
ayudarla económicamente en algunos
momentos, procurar que el resto de la
familia no la excluyera, alentar sus
proyectos y estudiar la temática de la
transexualidad. Aquí se me abrieron
puertas para tener otra mirada hacia las
personas y la cultura actual.
Finalmente, creo que lo más importante fue
conectarnos profundamente, escuchar su
sufrimiento y percibir una persona que hoy
se siente feliz, plena y con deseos de nuevos
proyectos. La poesía le fue ayudando a
sacar eso que tenía adentro durante tanto
tiempo;
versos que aún guardo con cariño:
Ah si pudiera un día, regresar a mi
infancia
para curar mi herida vengando mi
niñez,
y así antes que me muera vivir
aquella instancia,
como alegría y dicha de tierna
candidez.
Quiero saber qué siente cualquier
niño dichoso,
pero no me consuela su ajena
explicación;
si fuera que muriendo se viviera ese
gozo,
moriría ya mismo, por sentir su
emoción.
Ya sé que es imposible pretender el
regreso
y mi niñez se ha ido para siempre
jamás,
mas todo lo que hoy vivo y que tenga
algún precio,
lo cambio por un día, un día nada
más.
Gracias por compartir
ResponderEliminarRespeto y empatía, dos actitudes que dan muestra de lo hermoso de nuestra humanidad. Felicitaciones por la valentía de hacer que prevalezca el amor del hermano, el amor que sostiene, protege, acompaña, comprende...ama....
ResponderEliminar